Este año me han abordado de
diferentes fuentes para que emitiera mi opinión en relación al Día de la Gastronomía
Sostenible, a alguno le intuí la idea de hacer algo concreto como una
receta o un cooking show, pero sabiendo yo que en gastronomía no todo es
cocinable, preferí escribir y ofrecer un cronograma que ayude a comprender
el nuevo concepto de sostenibilidad.
La década de 1910 disparó el pistoletazo de la modernidad, y junto a los aparatos que ayudaban a que las mujeres tuvieran tiempo para hacer algo más que cocinar y limpiar, llegaron también las primeras tiendas que ofrecían productos que facilitaban la vida de toda la familia y no muy tarde se llamarían supermercados, se clonarían por barrios, ciudades y países.
Con el fin de cooperar con las entonces tediosas labores de
cocinar, estallaron por doquier las fábricas de todo tipo de alimentos
procesados y enlatados, como la famosa sopa de tomate, que teñiría de color
Campbell a toda la tierra, convirtiéndose en uno de los productos más vendidos
de la historia de la alimentación y un icono de sociedad norteamericana.
El
cólera colectivo por consumir todo tipo de cosas, la fiebre por la comodidad de
no tener que cocinar, junto al estallido de los nuevos métodos de conservación,
desplazaron a la sociedad en un tren que cada vez se aceleraba más, y la
curiosidad por comer cosas de otras latitudes, que de otra manera hubiera sido
imposible, les fue emborrachando y un día nos despertamos viviendo en un mundo
clonado donde en la mayoría de las veces, comprar cosas manufacturadas en el
extranjero salía más barata y más “fancy” que comer “las mismas cosas de
siempre”.
En un país como República
Dominicana, lo ideal es que cuando programamos los gastos de la casa, apartemos
una especie de caja chica con la idea de comprar en efectivo un mínimo de
productos que nos proporcionen un baño de pueblo y nos inyecten de la energía
positiva que genera el progreso de los demás. ¡Saben tan rico y tan diferentes
los tomates cosechados en un huerto que los que vienen como clonados de los
invernaderos…!
No se llama gastronomía
sostenible porque haya algo en específico que cocinar agarrándolo, todo lo
contrario, dependiendo del ángulo por el que se mire, incluso puede
interpretarse como un llamado a “no cocinar” si las condiciones no son favorables
para todos. Y favorables para todos significa: para el que siembra, el que
transporta, el que cocina y la salud del que come.
El sello de identidad de la
humanidad de los últimos cien años ha sido el impulso hacia el consumismo,
la transculturización, dando valor a lo foráneo por encima lo local.
Cuando la fría nevera, la
caliente estufa de gas y los sutiles aparatos eléctricos hicieron su aparición,
eran tan caros que duraron años considerados comodidades de los más ricos.
La década de 1910 disparó el pistoletazo de la modernidad, y junto a los aparatos que ayudaban a que las mujeres tuvieran tiempo para hacer algo más que cocinar y limpiar, llegaron también las primeras tiendas que ofrecían productos que facilitaban la vida de toda la familia y no muy tarde se llamarían supermercados, se clonarían por barrios, ciudades y países.
Hecha esta reflexión, el concepto sostenibilidad queda más que bien expresado. El día que despertamos y a través de la venta del futuro vimos lo veloz que viajaba la degradación, con mucha más claridad nos dimo cuenta que para que esta bola siguiera girando, no debíamos seguir desconectado del entorno. A continuación nacieron conceptos como “sostenible”, “orgánico”, “ecológico”, etc. que nos invitan a cuidar el entorno en el que nos encontramos, a valorar el esfuerzo de nuestros vecinos, de los agricultores más cercanos, de las pequeñas tiendas de los barrios. A conocer los innumerables beneficios, para nuestra salud y para nuestras riquezas comunes, de consumir productos frescos y que la magia del buen vivir se produce cuando provocamos que la vida gire como una noria en la que todos somos la misma rueda. Y que cuando uno empuja al vecino hacia arriba se produce una fuerza proporcionalmente invertida que nos catapulta a nosotros mismos en la misma dirección.
Las imágenes son de pixabay.com
Excelente Reflexión! Muy oportuna para estos tiempos. Gracias 🙏🏼
ResponderEliminarAsí es
EliminarExcelente ! Uno percibe claramente en el artículo como las 3 revoluciones industriales han impactado la gastronomía y la forma en que el consumidor ha ido cambiando su forma de consumir. Y tú última reflexión sobre los beneficios de consumir local, me recordó una campaña que hizo Perú para consumir peruano hace más de 10 años y la retomó en 2020 para sostener y ayudar su economía interna.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus halagadoras palabras.
EliminarExcelente , sumamente sorprendente
ResponderEliminarMuy buena reflexión de la gastronomía sostenible; es muy bueno comer sano y saludable, por que en verdad los productos enlatados van consumiendo. Uno poco a poco sin darnos cuenta y van acortándoles la vida a uno…excelente Sr. Martín Omar
ResponderEliminarGracias por percibirlo. Así es. Además que contribuimos con la salud del bienestar social
EliminarMe encanto, muy informativo.
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