Un enjambre de acacias nos da la bienvenida a 22ºC de altitud, y una dulce sensación de bajar, cuando se debería de subir, se apodera de todos los que pasan por el Polo. Estamos a 800 metros sobre el mar, excepto por el exuberante verdor y el amarillo de las flores, todo apunta a que el café es lo único que rueda pueblo abajo, aunque las piedras de los ríos están más bien blancas.
Un grupo de jóvenes pintan pajaritos y café en flor sobre un fondo azul, en la fachada de las primeras casas que se asoman y todos, al unísono, respiramos una bocanada de tranquilidad por saber que al fin habíamos llegado. Eso fue a la hora en la que el sol empieza a amarillear detrás de las montañas, coincidiendo con la llegada en caravana de los pueblos de los alrededores y turistas capitaleños que no querían perderse el derroche de cultura que explotaría por la noche.
Elías y yo nos
aprovisionamos con lo necesario para rodear la feria, todas las carpas y
puestos hacían un corro alentando a que salieran los diablos cojuelos, los
gagás y las comparsas que venían algunas hasta de San Pedro de Macorís.
Nos organizamos en sentido
contrario al reloj, yo hacía preguntas técnicas sobre los productos ofertados,
con mucho énfasis en aquellos que estaban en manos de jóvenes y amas de casa y
Elías preguntaba sobre organizaciones, estructuras sociales, potencialidad y
rellenaba una ficha con los datos de contacto.
En el primer stand nos
hablaron de las cooperativas Salomé Ureña, la cooperativa Simona Esmeralda.
Doña Reyna (Lolay) nos
cuenta que, además del café expuesto, estas cooperativas fabrican también
quesos y dulces.
Ellas compran el grano a
los pequeños caficultores de los alrededores, en una de las casas tienen el
secadero donde lo tuestan de manera natural en máquina eléctrica de capacidad
para 25 kilos. La técnica natural consiste en
tostar el grano en una máquina centrifugadora que evita que, durante el
proceso, el grano esté en permanente contacto con el fuego, secando y
obteniendo su color de manera natural. En contra del sistema torrefacto que,
vale mencionar que por suerte en contadísimas ocasiones se utiliza, consiste en
tostar el café en un caldero o recipiente con contacto directo con el calor, de
carbón o de gas. En este proceso se le agrega azúcar de caña, que carameliza a
niveles de casi quemarse, siendo perjudicial para la salud.
Este café se comercializa
bajo la marca de Café Polo, presentado en bolsa, apropiada para la correcta
conservación de frescura y cualidades organolépticas en formado de media libra
y una libra.
El café Mama Gueda se
comercializa en frasco de plástico de media libra y no se encuentra fuera de las
fronteras de Polo.
La producción se está
viendo seriamente afectada por la gravedad de las plantaciones por infección de
la roya. La falta de recursos para almacenar, deja a estas laboriosas fuera de
poder alcanzar un nivel competitivo. Las pequeñas cooperativas, compran,
procesan y venden, en contra de las grandes empresas con infraestructura
suficiente para poder negociar a lo largo de la escala, desde el caficultor
hasta la comercializadora.
De las micro-productoras
de café en Polo, sólo una está produciendo café torrefactado en caldero
doméstico, cantidad tan pequeña que no alcanza a ser comercializada.
La llegada al siguiente
stand coincidió con la entrada al ruedo de los grupos folclóricos, guloyas,
palos, diablos y pintados en calzoncillos que, aunque disfrutamos de una de los
más ricos africanismos que nos constituyen, no nos impidió saborear de la
alegre sonrisa de las muchachas que, gustosamente, ofrecían mermeladas hechas a
partir de las frutas del cafetal. Esta es una rica iniciativa que permite
redondear los beneficios: el cafetal necesita árboles que les den sombra, se
garantiza la bajada de la lluvia a los pueblos del valle, se protege contra la
erosión del suelo y, lo más importantes para los habitantes del pueblo, es que
les proporciona una fuente de ingresos constante mientras paren las cafeteras.
“De mi Siembra” es la marca bajo la que comercializan unas delicadas
mermeladas, tipo compota muy cremosas, y que han conseguido un punto de
profesionalidad que merece ser tomada en cuenta. Combinaciones como la de
chinola-guineo, que emulsionan sobre una base rojiza y atomatada; guayaba,
guanábana, mango, entre otras. Estas damas y señoritas están muy bien
estructuradas bajo una microempresa que sólo les podría faltar algo de asesoría
comercial. El producto muy bien presentado, etiqueta con estándares
internacionales, definitivamente el producto con mayor potencial de los que se
pueden considerar como afines al cafetal.
Pasamos de largo por las
carpas que exhibían vitrinas enturbiadas por los aromas húmedos y calientes de
frituras de chivo, pipián, piezas de pollo, longaniza, plátano, batata. En
realidad lo único húmedo que había en los alrededores además de los puestos de
refrescos y otras bebidas.
La Asociación de
Productores Orgánicos de Polo trajo una bodega repleta de botellas de colores
intensos y variopintos, desde el violeta, que representa la mora, el rojo de la
cereza, el guineo, y el marrón del café, todas ellas borrachas y dispuestas
para el libre disfrute de los feriantes. Pacientes de cáncer suben hasta la comarca persiguiendo estos productos
hechos todos con frutas locales, curiosamente en esta zona abundan las moras
silvestres y cerezas todo el año. El vinagre de cereza es un fino candidato
para bajarlo a las altas mesas capitaleñas.
Estas señoras, con un
mínimo programa de formación técnico-profesional, y con todo el entusiasmo y
amor que le dedican, pueden hacer maravillas. Sobre todo en técnicas de
comunicación y mercadeo.
El sol adoptó todos los
colores que le permitiera la montaña de las 6 de la tarde, y después de tantos licores, pasamos a la
carpa de Café Jaragua y Café Ideal. Don Santo Alí Morel, químico responsable de
la elaboración de ambas marcas en la empresa “Cafeteros Unidos SA”, con sede en Azua, nos explicó con detalles,
todo un lujo, los diferentes procesos de
elaboración del café. No se debe asociar el nombre jurídico de la empresa con
agrupaciones o asociaciones de caficultores. En sus inicios, compraban el café
a pequeños agricultores, crecieron ocupando en la actualidad el segundo lugar
en importancia en la industria caficultora, siendo el casco sur del país su
principal fuente de negocio, las marcas que comercializan apenas llegan a algún
que otro negocio fijo en la Capital. Sin embargo son importadores del grano a
países como Italia, Japón, Canadá y la Florida.
Aquí escuchamos, sobre las
variedades que se están cultivando y procesando en el país en la actualidad, y
empecé a advertir un aleteo extraño que se está ventilando en las profundidades
de las montañas y que descubrimos muy a fondo en el próximo stand.
Esta empresa manufactura,
bajo la marca Jaragua, un exquisito coupage compuesto por un 80 % de de la
variedad typica (coffea arabica) un
20% de caturra (mutación brasileña del
bourbon). Jaragua goumet presente un
exquisito aroma y una redondez en boca, con toques especiados muy agradables. Don Santos
nos aclara que esta línea, que sigue los estándares del mercado internacional,
se toma muy encuentra la trilla, que son los granos más verdes que se escapan con algo de pergamino, de los cuales un café
optimo no debe contener más de un 10 % del mismo. Con malla de más de 17%
(malla es el tamaño del grano que oscila entre los 1.5 cm). Una pena que sólo
se pueda beber en los pueblos del Sur.
Ideal es una marca mucho
más comercial, destinada a alcanzar al gran público, sin que esto le reste
personalidad y atributos. Todos los productos que comercializa esta marca
poseen certificación de producción orgánica.
Una vez conocido el proceso
que permite disfrutar de una buena taza de café, nos adentramos a conocer
detalles de siembre y producción del grano. En la carpa siguiente unas
plantitas, de verdor intenso, estaban minuciosamente
dispuestas en triángulo. Todo un arte de decorar un stand de café.
Corporino Feliz, un
caficultor experimentado, que ha alcanzado ya la edad de la sabiduría, miembro
de la Cooperativa de caficultores de Polo-Santa Helena. Miembro de la CLAC (Coordinadora latinoamericana y del Caribe de
pequeños productores y comercio justo) nos explicó, a bote pronto, desde el
significado de los triángulos del café, técnicas y variedades de cultivo, hasta
una panorámica de la producción cafetalera de América Latina.
Los triángulos obedecen a una
técnica de siembra en laderas, denominada
“en tresbolillo”, que hace que el
agua de las lluvias no forme canal valle abajo. Así las plantas de café sirven
de barrera natural contra posible alud, ayudando a que el agua corra más lento
y de forma más esparcida, protegiendo el ecosistema.
La roya, que estuvo
presente en toda la feria, está siendo un problema más amplio que el campo
visual de la sociedad agraria dominicana. El país, potencial productor de café
de calidad del centro de América, se encuentra extinguiendo la variedad más
importante del mundo cafetalero, la arábiga typica (coffea arábiga, nativa de Etiopía, es la principal especie cultivada
para la producción de café y la de mayor antigüedad en agricultura. Se data de
finales del siglo I en la península arábiga). Con la excusa de que
el país no tiene herramientas suficientes para combatir la plaga, las faldas de nuestras montañas
están mutando el sabroso verde claro de la variedad typica, por otras
variedades de producciones e intereses más intensos. Corporino, que se ha
pateado la mayor parte de la caficultura de América, desde la gran Colombia,
Brasil, Costa Rica, Méjico, Cuba, entre otros, razonó las variedades que se
están arraizando por todo el país. Estos nuevos granos, además de ser más resistentes
ante la roya, el arbusto es más pequeño y ramificado, proporcionando más
cantidad de grano por cosecha y todas ellas crecen y paren en períodos muy
cortos de tiempo. Lo que las hace ideales para la producción masiva. las
principales variedades que nos pueblan son la caturra, lempira y catimor, todas
ellas llegan al país desde Honduras, Costa Rica. Guatemala y Colombia. La typica necesita hasta 3 años para florecer.
Sus primas, a partir de los 14 meses ya están en capacidad para florecer.
La cooperativa, explicó Félix,
pese a que estas nuevas vecinas paren más rápido y ocupan menos terreno, quiere
que se busquen remedios más eficaces contra la roya del cafeto para la typica
ya que, además de que se preserva una variedad que ha estado presente en la Isla
desde los días de la conquista, el café final es de una calidad insuperable.
Con otras variedades, a medida que aumenta su capacidad productiva, disminuye
su calidad en la taza.
Desde que se constituyeron
en cooperativa, venden sus granos a mercados tan exigentes como Canadá,
Francia, Italia y Estados Unidos.
Trabajan con jóvenes
estudiantes, enseñándoles buenas prácticas agrarias, impartiendo cursillos,
reforestando, etc.
Lidú, Valle de Neyba. Con
este nombre se comercializa el vino que, Don Manuel Antonio Díaz, miembro de la
Cooperativa de Viticultores del Valle de Neiba (COOPEVINE) abandera en esta
localidad, pionera en reproducción y comercialización de la uva que, viniendo
de Francia, prosperó en nuestro clima desde aquellos estrechos días en los que
éramos España imperial. Esta variedad se caracteriza por la producción de
abundantes y hermosos racimos. La aramón criolla es, como su apellido, una
especie de mutación de la aramón gris, ya en desuso entre los productores
vitivinícolas franceses.
El cultivo de la vid en
suelo dominicano, en especial la zona de Neiba, hay que tomarlo muy en cuenta
dado su potencialidad a elaborar todos los productos derivados de la uva, en
especial vinagres, mostos, entre otros. La cooperativa comercializa, además, la
uva conservada en almíbar, en condiciones idóneas para la confección de postres
y platos elaborados a partir de la uva de Neiba.
Arriba quedó el jolgorio,
el escenario que presidía la meseta, las pruebas de sonido y luces, el
entusiasmo del pueblo por disfrutar del espectáculo cultural más importante de
los pueblos de la loma, patrocinado por los ministerios de la productividad
nacional, excepto el de Agricultura (que por cierto, no se perdieron de nada
más que de unas montañas llenas de magia, árboles y un racimo de campesinos con
muchísimas ganas de estar a la altura de los pueblos de América.)
Entre perfumes de
chiquillas de comarca, gagás, aromas a
fiestas patronales, olor a morcilla, y yuca frita, bajamos a Barahona para
darnos un baño de pueblo y ajustar el reloj para estar puntual en el “Foro
Caficultura y Medio Ambiente” que facilitaría CODOCAFE al calor de la media mañana.
El domingo amaneció entre
pescadores, tisana y carnada de anzuelo. Me sorprendió, gratamente ver cómo el
Malecón de Barahona duerme hasta que un pedestal luminoso sube desde las
piedras y hasta el horizonte empujando al sol hacia arriba.
Juan Carlos vino, y con su picardía, nos metió a una
panadería-repostería a que probáramos unas caracolas de canela y unos cruasanes
rellenos para acompañar, no podía ser de
otra forma, con café con leche. Hasta bien adentrados en la loma no comprendí
el porqué salir tan a prisas, si el foro empezaba a las 10 e íbamos con tiempo
más que de sobra. Y es que desde muy abajo en la mañana, el camino se había teñido
de un plateado amarillento y reverberante que, más que molestar, hacía la
coreografía perfecta, junto a las acacias, flores silvestres y abejas anidando
en las laderas. Millones de maripositas se amontonaban en el camino, como
aficionados en las cuestas del Tour de Francia.
Este inesperado
espectáculo, una improvisada excursión por la espesura del cafetal que organizó
Onésimo, un activo miembro de asociaciones juveniles, que se identifican muy de
cerca con el eco-turismo y una sesión de fotos en el polo magnético que atrae a
todos los cuerpos hacia arriba, en contra de la ley de gravedad y el imponente
Lago Enriquillo de fondo, fue nuestra dominguera
experiencia de la feria.
La persona sobre la que pesaba el saco del foro cuando se le llamó, pasada las diez de la mañana, no sabía que tenía una ristra de curiosos del café, venidos de cualquier parte de la isla, ansiosos por aprender sobre “caficultura y medioambiente”. Y es que en los pueblos cafetaleros, las noches de luna llena se tornan mágicas, noche de feria, noche de fiesta.
Arriba quedaron las
jóvenes eligiendo minifaldas, los de cultura buscando dónde comer y los músicos
ensayando para el cierre con broche de oro, los habitantes del cafetal se
merecen.La persona sobre la que pesaba el saco del foro cuando se le llamó, pasada las diez de la mañana, no sabía que tenía una ristra de curiosos del café, venidos de cualquier parte de la isla, ansiosos por aprender sobre “caficultura y medioambiente”. Y es que en los pueblos cafetaleros, las noches de luna llena se tornan mágicas, noche de feria, noche de fiesta.
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