En esos días precisos, cuentan muchas leyendas de montaña, que los gnomos salen de sus cuevas y ayudan a reorganizarlo todo para que la tierra reciba las primeras heladas del invierno. Se cuenta que los campesinos antiguamente tenían capacidad para verlos revolotear libremente en la espesura, y así aprovechaban para salir a recoger los “frutos del bosque” (frambuesas, moras, escaramujos, grosellas, arándanos...) y el mundo de setas de infinita variedad, formas y colores que podían aparecer en el momento y lugar más insospechado. Hoy en día su recogida se ha convertido en todo un ritual para muchos, algunos se desplazan como zombis desde las ciudades con fundas plásticas, sombreros o cualquier cosa para ir echando lo que van recogiendo. Estos son los que menos suerte tienen porque los gnomos las esconden de la vista de aquellos que no respetan o entienden el orden y diversidad del bosque.
Hoy en día existe hasta una ciencia que se encarga del estudio de los hongos, la micología. Muchos botánicos colocan a las setas en un reino propio dada sus estructura celular, naturaleza, condiciones de vida, etc. las setas carecen de clorofila y hacen la digestión de los alimentos de forma externa, por ejemplo.
Los micólogos o
recogedores expertos son, como es de esperarse, conocedores y muy
respetuosos del campo y todos sus integrantes. Es imperdonable para
ellos salir a recoger setas sin una mocha o tijera que permita
cortarlas dejando su tronco en el suelo para preservar la
biodiversidad. Otra cosa que nunca hará alguien que se adentre en el
campo con tales fines es llevar bolsa plástica. Es altamente
recomendable proveerse de una cesta de mimbre, si el tejido es más
ancho mejor, que permite a las esporas, que son su aparato
reproductor, liberarse en el ambiente y diseminarse por el campo
mientras se camina. Como ven, el bosque es todo un universo de
sabiduría organizada para la vida, que los campesinos siempre han
sabido con naturalidad.
En mi reciente vida
española tenía por costumbre regalarme, en los días cercanos a mi
cumpleaños, un ritual que consistía en atravesar la Sierra, esa
columna vertebral que separa políticamente a Madrid de Segovia, para
disfrutas de los chopos, cuyas hojas caducas, de amarillo intenso,
resplandecen como velas en la oscuridad, en especial los de “las
Hoces del río Duratón” en la villa medieval de Sepúlveda y,
junto a un amigo del alma, recogíamos setas en algunos pueblos de
los alrededores (no se ha de revelar el sitio exacto donde las
encuentras), nunca vi un gnomo, pero no pude negar que alguna extraña
inteligencia tenía que regir ese mundo de magia que se produce en el
corazón de octubre. En esos días en los que el sol entristece,
pasas por un prado y no ves nada o de repente te sorprende un
montículo de boletus edulis o de setas de cardo, colmenillas, etc. Y
más sorprendente aún los asentamientos de senderuelas (o
senderillas), que como su nombre indica te las puedes encontrar o no,
a lo largo del camino. Son diminutas pero muy aromáticas y sabrosas
que crecen siempre de forma misteriosa formando un anillo gigante
entre la hierba, de ahí que en el mundo anglo se les llame “fairy
ring” (corrillo de hadas) o “elf circle” (anillo de elfos).
No se pueden ustedes
imaginar qué arroces, tipo locrio, pero más jugosos, de conejo o
liebre con diferentes tipo de setas, pimientos asados en carbón,
tirabeques o espárragos, con pimentón y azafrán y una hogaza de
pan campesino.
Un carpaccio de boletus
(porcini) frescos y carnosos con jugo de limón, aceite de oliva y
tomillo.
Unos huevos revueltos con
setas y ajos tiernos. Champiñones rellenos de daditos de jamón
ibérico cubiertos de pan rallado, perejil y gratinados queso.
Salteados con ajo y aceite
de oliva cuando y están “chisporroteando” se les agrega
espaguetis o macarrones y se deja sofreír bien todo el conjunto.
En pastelones, pizzas o
crudos en ensaladas.
habitualmente llamamos
hongos a lo que nos comemos, pero los hongos son seres inferiores que
viven generalmente subterráneos en sustratos orgánicos (de ahí su
proliferación entre las hojarascas y árboles en descomposición de
bosques espesos y húmedos) y lo que comemos habitualmente es la
seta, que no es más que su fructificación. Parte del hongo es
absorbido en la seta y otra parte se degrada y acaba liberando
nutrientes, sales minerales que son asimiladas por las plantas
superiores.
asimilando todo este
misterioso proceso, se nos hace más fácil entender el poder de la
naturaleza y la sabiduría creadora del todo. Esto nos sirve como un
minúsculo ejemplo de porqué la mitología concede a los gnomos la
tarea de cuidar celosamente a estos poderosos seres vivos inferiores
dentro del reino vegetal.
Por características tan
especiales como las mencionadas, los hongos y setas han sido
empleados desde los remotos orígenes del hombre por su inabarcable
poder, desde propiedades curativas hasta de envenenamiento;
habilidades especiales para la magia, alucinógenos o sus
propiedades alimenticias.
Y es que esos diminutos
seres son ricos en proteínas, perfecto sustituto de la carne, muy
ricos en fósforo, hierro, potasio, cloro, azufre, boro, magnesio y
cinc. Así como en sales minerales y muy bajos en sodio.
Como en nuestro país, por
razones de clima, no tenemos más hongos que unas cuantas setas que
salen en los troncos de algunos árboles muy viejos o en período
descomposición, no me distraigo mucho en reseñar el peligro de
salir a recoger setas si no se es experto. Las variedades más
coloridas y vistosas son siempre las más venenosas y tóxicas,
además de que se requiere de una serie de habilidades, como las ya
mencionadas.
Las setas de supermercados
o las que vienen deshidratadas se pueden consumir a total confianza
ya que existe un sistema de regulaciones muy avanzado y las
variedades comestibles o las más comerciales son a menudo cultivadas
en invernaderos.
Las fotos de las setas son de la Queridilla Hosanna en Esencia. En la tienda, que más hace honor a su nombre, Gold Gourmet de la Ortega y Gasset, Madrid.
Las fotos de la receta de arroz con conejo y setas son cortesía del Club de suscriptores del periódico Hoy.
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