Un dominicano en Madrid FITUR 2022, el día que la comida dominicana se adueño de Madrid

Cuando me dijeron que mi participación en FITUR 2022 debía ir acompañada por una serie de ponencias en el escenario, en concreto 3 al día durante 5 jornadas, mi cabeza giró como la brújula del GPS buscando una ubicación exacta. No niego que tengo un aceptable dominio escénico, pero también estoy acostumbrado a zambullirme en la cocina y no salgo a la superficie hasta sentir que todo esté controlado. reconozco que he desarrollado un buen liderazgo, pero cuando se trata de comida, me gusta tocar, guisar, poner mano y no paro hasta conseguir el sabor y la textura deseada. 

En esta ocasión mi reto era aún mayor, tenía que revisar el extenso recetario dominicano para seleccionar, elaborar y coordinar un servicio de 8 recetas, multiplicar todo por mil y algunos incluso por más. 
Y a esto debía sumarle mis interacciones con el público, un público que por demás no era de lo más normal, durante los 3 primeros días FITUR abre exclusivamente a profesionales del sector turismo, a inversionistas, a presidentes de cadenas hoteleras, a gerentes corporativos, tour operadores, agencias de viajes, líneas aéreas, etc. y los dos últimos días se abre al público en general.

No dudé en hacerme acompañar por una parte de mi equipo de confianza y como Madrid también es mi casa, distribuí el trabajo entre diferentes establecimientos dominicanos, diseñé un sistema de prueba error y cuando ya había conseguido afinar los sabores y la presentación que buscaba… 


en 4 días ya estaba armado un tren de producción que funcionó tan perfectamente que hubiéramos sido capaces de dar de comer a la mitad de feria (esto es sólo metafórico. Ja ja). A mi cargo estuvo guisar todo el chivo, que luego dividí por días; fui a la tienda de menaje del barrio y compré un puchero de barro y en varias camadas guisé las carnes de los rellenos (pastel en hoja, pastelitos, niño envuelto).

Hicimos un caldo concentrado con los sabores que yo quería transmitir en el moro de guandules y así mientras el púbico escuchaba mi charla y yo respondía a sus preguntas, una parte del equipo iba sirviendo en la cocina del stand, que se habilitó para esos fines y otro equipo de cocineros, en sus diferentes localidades, producían para el día siguiente.  


Días interminables, noches que nunca veían el alba, momentos en los que parecía que no llegaríamos. Pero el equipo no tardó mucho en asumir cada quien su tarea y terminamos sirviendo cerca de mil raciones de color, ritmo y sabor dominicano.











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